Raúl Fernández Abad

En este mes de abril vamos a celebrar una de las fiestas más importantes para nosotros los católicos: «la Semana Santa». Venimos de dos años de Pandemia, de dos años de vivir de una forma diferente este momento.

Hemos aprendido a vivirla en casa y a conectarnos vía internet. También la hemos vivido en nuestras Comunidades Autónomas con la posibilidad de acudir a las celebraciones pero sin poder procesionar.

Seguro que este año habrá, si el tiempo lo permite, una asistencia y una presencia multitudinaria en las procesiones.

¿Se producirá también una mayor asistencia a los oficios en Semana Santa? Muchos de nosotros hemos valorado positivamente la experiencia de reuniones on line con otros hermanos y poder expresar nuestros sentimientos que surgían del corazón. Hemos visto como nos hemos podido enriquecer con esos momentos de oración, de comunidad…

¿Con qué expectativas voy a vivir esta Semana Santa?

Esta pregunta es la que os animo que reflexionéis y que la unáis con una reflexión posterior en torno a si se han cumplido mis expectativas.

El primer año de la Pandemia no salíamos de casa en Semana Santa y descubrimos que podíamos vivir nuestra fe no solo en una celebración sino también con nuestros hermanos en reuniones, en momentos de oración…

Percibo que pasó la época del confinamiento, la época de la Pandemia que nos ayudó a recordar que la fe no solo se vive personalmente sino que también hay signos que nos ayudan a reafirmar esta fe.

¿Qué signos nos ayudan a reafirmar nuestra fe? De estos signos ¿cuáles están presentes en nuestra vida?

Algo que aprendimos en la época de Pandemia fue que necesitábamos gestos concretos para alimentar nuestra fe. Y esos gestos nos ayudan a reafirmarla. No porque esté débil, no porque no sea sincera, profunda y verdadera, sino que, como el amor verdadero, necesita de esos signos diariamente.

A nuestros seres queridos les decimos diariamente: «buenos días, te quiero, dame un beso, que tengas un buen día». Preguntamos que como nos ha ido el día, que hemos hecho…
Pues nuestra fe también necesita esa crema reafirmante y necesitamos vivirla en comunidad, en nuestra comunidad de referencia.

Y necesita de esos gestos porque debe ser cultivada no solo con el culto sino con nuestra puesta en común de las dificultados que nos encontramos en el camino, de los triunfos o logros que obtenemos. Porque, al igual que los discípulos en el Camino a Emaús, necesitamos que alguien, de vez en cuando, incendie nuestros corazones y los demás necesitan de nosotros para incendiar sus corazones y recordar el porqué dijeron si a un estilo concreto de vida.

Y por ello Don Bosco nos recuerda que hagamos comunidad, que hagamos grupos, que nos reunamos y que entre nosotros busquemos a aquellas personas que más nos pueden ayudar en nuestro camino.

No estamos solos en este camino. No nos quedemos en la parafernalia exterior de la Semana Santa sino hagamos propio ese sentimiento de celebrar no solo la Pasión de nuestro Señor sino que Jesús resucita, resucita todos los días en nuestros corazones, y ese resucitar nos ayuda a reafirmar nuestra fe en la sencillez y en el día a día.

Descubramos a Jesús en el día a día de nuestra Semana Santa. Feliz Pascua.

A pesar de todo… creo que la gente es realmente buena en su corazón
(Ana Frank)