Isabel Pérez Sanz

Hemos comenzado la Cuaresma y se acerca el tiempo más importante para los cristianos, la Semana Santa y la Pascua. La liturgia nos deja un claro mensaje: el ayuno, la oración y la limosna. Estas actuaciones son la expresión de la conversión necesaria tanto a nivel personal como de asociación. Y me pregunto ¿cuáles son los caminos para hacerlo? Me fundamento en la Carta de Identidad de la Familia Salesiana y en nuestro PVA.

Ayunar: se traduce por vivir el trabajo y la templanza. El Apóstol del Padre está dispuesto a sacrificarse, cotidianamente en el trabajo apostólico. Es vaciarse para dejarse colmar por Dios para regalarlos a los demás. Desapego, renuncia, sacrificio son elementos irrenunciables, no por gusto de ascetismos sino simplemente por la lógica del amor (cfr. 34 CIFC). Y ayunamos cuando salimos al paso de pequeños roces, limando asperezas que rompen la armonía o perdonando de corazón a quien nos ha hecho una mala pasada; cuando suprimimos las palabras vanas que humillan, entristecen, irritan o desprecian, estando atentos a decir palabras de aliento que reconfortan, fortalecen consuelan y estimulan a vivir con gozo.

Orar con plena confianza en nuestro Padre. “los SSCC están convencidos de que, sin la unión con Jesucristo, no pueden nada. Invocan al Espíritu que los ilumina y da fuerza día a día. Su oración enraizada en la Palabra de Dios es sencilla y confiada, alegre y creativa, impregnada de ardor apostólico unido a la vida, y se prolonga en ella. Participan activamente en la liturgia, valoran las formas de piedad popular que enriquecen su vida espiritual”.

Fortalecen su fe en la experiencia sacramental. Encuentran en la Eucaristía el alimento de su caridad pastoral. En la Reconciliación, la misericordia del Padre (Cfr.PVA art 19). Todo ello vivido en la espiritualidad de lo cotidiano, inspirada en S. Francisco de Sales, maestro de una espiritualidad sencilla porque es esencial, popular porque está abierta a todos y simpática porque está cargada de valores humanos. Dar limosna.

En nuestros grupos “ejercemos formas de solidaridad desde la “ética de hacerse prójimo”, es decir: intervenciones personalizadas, relaciones de amistad y de confianza, escucha de las esperanzas más profundas de los jóvenes y de los pobres, búsqueda de respuestas posibles y eficaces y acompañamiento fiel(cfr art 9 CIFS).

En estos tiempos en que la crisis ha dejado a tantas personas sin lo necesario, los SSCC compartimos bienes económicos, acompañamiento, refuerzo. Viviendo el día a día con “gestos concretos” al alcance de todos.

Si así lo hacemos haremos un buen camino de Cuaresma. María nos acompaña en el camino hacia la Pascua haciéndonos descubrir el gran valor de los gestos sencillos, de la cercanía y de la acción concreta.

Con afecto.

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