Isabel Pérez Sanz, fma
El pasado 24 de mayo, el Papa Francisco clausuraba el Año Laudato Si y anunciaba que dicho año se traduciría en un proyecto de acción concreta, la “Laudato si’ Action Platform” (Plataforma Laudato si’). El proyecto consistiría en un camino de siete años en el que nuestras comunidades se esforzarían de diferentes maneras por asumir un estilo de vida totalmente sostenible, en el espíritu de la ecología integral. Nos sentimos en el deber de estar informados para responder al cuidado de nuestra casa común https://youtu.be/hxgblcZZ0xE pero, sobre todo, queremos conocer el proyecto e implicarnos totalmente en las acciones que nos propone.
Las vacunas, cuyos comentarios oímos como un continuo mar de fondo, han sido pequeñas bocanadas de aliento para nuestras expectativas de mejora, intentando vislumbrar hacia dónde queremos ir. ¡Ojalá este verano podamos gozar de aquellos paisajes que ensanchan el espíritu: la montaña, el mar o, simplemente, los parques de nuestra ciudad! Esperamos poder recuperar la dimensión contemplativa mirando la tierra y la creación como un don, entrando en relación más estrecha con nuestro entorno natural.
Este tiempo se nos presenta como la oportunidad para el encuentro y el diálogo sereno con nuestros familiares y amigos; para compartir, con paciencia y constancia, los pequeños pasos en la construcción de un “nuevo mañana” que ya, poco a poco, comienza a clarear. En esta tarea nos encontramos muchas personas, creyentes y no creyentes, buscando la eficacia de un esfuerzo común. Somos todos hermanos, Fratelli tutti (Papa Francisco), y somos parte de la naturaleza. Progresivamente iremos dando pasos del yo al nosotros. Confiemos en ello.
Nuestra Asociación de SSCC es un tejido de comunidades que se apoyan entre sí, para un mayor crecimiento humano y solidario. “Es portadora de la vocación salesiana común, corresponsable de la vitalidad del proyecto de Don Bosco en la Iglesia y en el mundo” (PVA/E, 5) Y el bien común requiere la participación de todos. Se empieza por algo pequeño. Bien lo sabía Don Bosco, que, recordemos, inició la construcción de la Basílica de Maria Auxiliadora con 40 céntimos en el bolsillo. Y llegó a hacer de multitud de jóvenes desarraigados una generación de buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Nos sentimos herederos de la obra de Don Bosco, amantes de su carisma, de todos sus miembros, sus Instituciones y su trabajo hasta “su último aliento” por los jóvenes. Estamos llamados a aportar algo distinto a las generaciones futuras, porque nos preguntamos con el Papa Francisco: ¿qué futuro queremos dejar tras nosotros a las generaciones jóvenes? Y escuchémoslo bien cuando dice: “de una crisis no se sale igual, o salimos mejores o salimos peores”. Éste es el gran reto de la humanidad, sobre todo de los educadores. Y nosotros lo somos en la familia, en nuestras relaciones con los demás y con el entorno.
María, madre de la humanidad y auxilio de los cristianos, nos acompaña.