Josep Colomer
Transcribimos la primera parte del artículo publicado en el boletín número 423 de enero de 2000 en las páginas 6, 7 y 8 donde J. Colomer nos anima a reflexionar sobre la importancia de la oración en nuestra vida siguiendo el ejemplo de Don Bosco.
En el artículo 32 del RVA del Cooperador Salesiano leemos: “Las exigencias de la llamada evangélica y la experiencia personal enseñan al Cooperador que, sin unión con Jesucristo, no puede nada. De Él recibe el Espíritu que lo ilumina y fortalece, día tras día. Su oración, es sencilla y llena de confianza, alegre y creativa. El Cooperador participa en la experiencia espiritual de Don Bosco”.
Aceptando a Don Bosco como nuestro Padre y maestro, y considerándolo como un verdadero “maestro de espiritualidad”, queremos “ir a la escuela de Don Bosco, maestro de oración”.
Presentamos tres aspectos, desde cuya óptica podemos comprobar cómo vivimos nuestra vida de oración en nuestra vocación de Cooperadores Salesianos de Don Bosco.
Don Bosco, maestro de Oración con el ejemplo
Nuestro Padre fue, ciertamente, un gran trabajador y laborioso apóstol, pero también fue un gran orante. Trabajó mucho y rezó mucho.
El cardenal Salotti confesó al Papa Pío X que, estudiando a Don Bosco, más que la grandeza de su colosal obra, le había impresionado su vida interior, de la que nació y se alimentó su prodigioso apostolado.
Se puede decir (declaró Don Julio Barberis) “que Don Bosco rezaba siempre: yo lo vi centenares de veces subiendo y bajando las escaleras siempre en oración. Incluso rezaba por las calles. Durante los viajes, cuando no corregía las pruebas de imprenta, lo veía siempre en oración”.
Don Bosco (escribe otro autor) oraba mucho él solo en silencio, casi furtivamente: una oración íntima, sentida, oculta tras un rostro sereno y un obrar espontáneo. Hasta que se lo permitieron sus ocupaciones, oraba siempre con sus jóvenes.
Consta que rezaba antes de predicar y de ejercer el ministerio sacerdotal, antes de afrontar situaciones delicadas y difíciles, antes de realizar visitas importantes… Y rezaba más intensamente en los momentos de prueba y dificultad.
- ¿Cómo va mi vida de oración? ¿Cuánto rezo? ¿Cómo rezo?
- ¿Doy testimonio de una vida de oración? ¿Se me ve rezar?
- ¿Con quiénes hago oración?
Don Bosco, maestro de Oración con sus enseñanzas
Don Bosco apreció la oración y la inculcó de palabra y por escrito.
Le atribuía una importancia grandísima y una prioridad absoluta. “La oración (decía) es la primera cosa”. (MB III 354)
“No se empieza bien sino desde el cielo” (MB XVII 562)
Continúa en el siguiente número
¿Seremos capaces de cambiar o vamos a intentar volver atrás?
(Arturo Sosa)