Isabel Pérez Sanz, fma

Queridos Salesianos Cooperadores:

Al iniciar el mes de marzo, pienso en dos acontecimientos de Iglesia que el Papa Francisco nos ha recordado recientemente:

  1. La importancia de San José, presentado en la carta apostólica “Con corazón de padre” – Patris corde – (PC), a los 150 años de ser declarado patrono de la Iglesia universal.
  2. La celebración del Año de la familia en este 2021, del 5º aniversario de la exhortación “La alegría del Evangelio” – Amoris laetitia – se inaugurará el 19 de marzo.

El art. 20 del PVA/E nos recuerda que “Los SSCC acuden con especial afecto a San José, Patrono de la Iglesia Universal” y el Art. 8,3 del PVA/E dice: “Los SSCC promueven y defienden el valor de la familia como núcleo fundamental de la sociedad y de la Iglesia”. Se comprometen a construir la familia como Iglesia doméstica. Los SSCC casados son transmisores del amor de Dios creador y principales educadores de los hijos.

Y nosotros, ¿qué decimos del papel que tuvo San José en la familia de Nazaret? ¿Cómo valoramos a la familia en nuestra sociedad?

La Biblia nos presenta a José como un hombre bueno y acogedor, que, venciendo los prejuicios, acoge a María como esposa, sin condiciones. Aunque no comprende todo lo que le toca vivir, asume la paternidad legal de Jesús y comparte con María la educación del hijo. Y nosotros, ¿acogemos sin exclusiones los compromisos difíciles? ¿Sabemos pedir al Espíritu Santo la fuerza para ello?

José nos transmite el valor, la dignidad y la alegría del trabajo – hoy, necesidad vital debida a la Covid-19 -. El Papa nos pide que revisemos nuestras prioridades: “¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” (PC.6). El trabajo es para el hombre una ocasión de realización de sí mismo, de la familia y de la sociedad. Hace del hombre un poco creador del mundo que nos rodea.


Es un padre valiente y creativo que, confiando en la Providencia, buscó un establo donde María pudiera dar a luz; protegió de Herodes al Niño, con la huida a Egipto.

Es un padre descentrado por amor: Sabía cómo poner en el centro de su vida, no a sí mismo, sino a Jesús y María. Ha cumplido su misión cuando se ha hecho “inútil”, viendo a su hijo ya autónomo caminando solo por los senderos de la vida. Su fin no es el auto-sacrificio, sino el don de sí mismo. Toda vocación – sacerdotal, matrimonial, etc. – no debe comportar frustración, sino convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor.

Hermanos y hermanas, os animo a leer la Carta Patris Corde, especialmente en el contexto actual de la pandemia. Estamos llamados a redescubrir el valor del núcleo familiar, fundamentado en el amor y creador de horizontes de esperanza, según la Homilía en la Sagrada. Familia 2020. Nuestras relaciones están llamadas a seguir el camino de la familia de Nazaret.