Antonio de la Flor Barbadilla y Teresa López Quirós

Hola Familia:

Ya queda menos. Este año tenemos Congreso regional. Desde nuestra vocalía queremos transmitiros ánimos para hacerse presente. Estar es sinónimo de ver la realidad de nuestra región. Conocer a hermanos de otras provincias, palpar la riqueza de muchas personas con signos de esperanza e ilusión. Fe y gratitud por pertenecer a una gran familia. No dejéis escapar esta oportunidad.

Hoy queremos presentaros a Asun y Jesús. 51 años de matrimonio, 20 en SSCC y 36 en HDB. Fueron Coordinadores nacionales. Juventud acumulada y experiencia. Leed con atención.

Hemos querido titular este artículo de esta manera porque estamos convencidos de que no hay nada, ninguna institución, ningún elemento que pueda compararse a la familia, como escuela de valores evangélicos y de hacer de nuestro hogar una verdadera “Iglesia doméstica. San Juan Pablo II lo decía en su Exhortación Apostólica “Familiaris Consortio”, en el punto 1: “La Iglesia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad.”

Y esta convicción la hemos adquirido gracias a nuestra pertenencia al Movimiento familiar “Hogares Don Bosco”.

Si nos preguntaran qué ha supuesto HDB en nuestras vidas, podremos decir que nos ha cambiado en la forma de pensar, sentir y comportarnos tanto dentro de la familia como en la sociedad. Somos más conscientes de lo que supone la solidaridad, la acogida, el entendimiento, el compromiso, el perdón, la acogida.

No podemos olvidar cómo empezó este camino. Fue en una reunión convocada por los responsables locales de HDB, de aquella época, alrededor de los años 1985/86, Mamen y Luis, quienes nos invitaron a estar presentes a una charla (un domingo de carnaval) que nos ofrecían Pepe Jiménez y Carlota, pertenecientes a la Inspectoría de Sevilla. No con muchas ganas accedimos a ir y cuál fue mi sorpresa cuando había allí unas cincuenta personas con deseos de aprender y poner en práctica ser mejores esposos y padres de familia. Creo que fue el Espíritu Santo quién cambió ese estado de ánimo, y pensar que éramos unos egoístas, por creer solo en nosotros y no en el bien que se nos ofrecía, para poder compartirlo con otros matrimonios. A partir de ahí todo cambió. Antes teníamos una agenda limpia, sin una anotación y ahora, en cambio es al revés, raro el día que tenemos libre del todo.

Esta pertenencia ha supuesto, gracias a Dios, conocer otras realidades familiares, otros centros a nivel provincial y nacional. Y ello, más que sentirnos cansados, nos ha proporcionado la felicidad de saber que estábamos prestando un servicio a muchas familias y a nuestra Asociación.

Desde nuestra experiencia, nos atreveríamos recomendar a todos los matrimonios que prestemos este servicio de responsabilidad; es muy loable y se recibe más de lo que se da.

Un cariñoso saludo.

Asun y Jesús.

Gracias a vosotros. Sois testimonio de compromiso y vocación compartida. Hasta el próximo mes.

Es ahora cuando hemos de atraer a los jóvenes con nuestras vidas rebosantes de alegría,
de ardor por Cristo, de amor por la humanidad y de generosa entrega testimonial
(Óscar Rodríguez Madariaga)