Boletín Salesiano noviembre 1910, páginas 273-275

Beneméritos Cooperadores, y Beneméritas Cooperadoras: vengo de la audiencia del Padre Santo.

Aterrado por el inmenso peso de responsabilidad, apenas me fue posible, corrí a Roma a postrarme a los pies del Papa [san Pío X] para recibir, a par de la Bendición Apostólica, aliento y auxilio. Excuso deciros que fui recibido con la más exquisita bondad y con esa inefable cordialidad que arrebata el corazón. El Padre Santo ha querido manifestar una vez más la confianza, las esperanzas vivas que alimenta su corazón respecto al porvenir de nuestras obras.

Y no olvidó el Padre Santo que, si a los Salesianos les es dado realizar algún bien, esto es debido, después de la gracia de Dios, a vuestra industriosa caridad, ¡oh generosos Cooperadores Salesianos! Por eso, a mí me dio el particularísimo encargo de exhortaros a continuar usando para con el nuevo Rector Mayor, la misma benevolencia que tuvisteis para con Don Rua.

Será este un signo evidente de que estáis aficionados no solamente a las personas, sino principalmente a las obras de la Pía Sociedad Salesiana.

También se dignó el Padre Santo enviarles a todos los Cooperadores y a todas las Cooperadoras Salesianas, una especial bendición. en prenda del especial afecto que les tiene. Convencido estoy de que la especial bendición del Padre Común será manantial fecundo de gracias espirituales y temporales, para vosotros y para vuestras familias.

Aprovecho esta ocasión para aseguraros que, aun reconociendo cuán pequeño y miserable soy en comparación de aquel gigante de caridad y virtud que fue el llorado Señor D. Rua, tengo la santa ambición de no ser menos que él en la gratitud y amor que abrigo y abrigaré siempre para con nuestros buenos Cooperadores Salesianos.

Os prometo, en fin, que junto con mis amadísimos hermanos y con los niños confiados a nuestros desvelos, cada día dedicaré un recuerdo especial para vosotros en mis pobres oraciones.

Dígnese escucharme el Señor y haceros felices en el tiempo y en la eternidad.

De vosotros, oh beneméritos Cooperadores y beneméritas Cooperadoras, Humildísimo y afmo. Pablo Álbera, prebítero

La unión estrecha del amor y la fidelidad origina familiaridad y confianza
(San Francisco de Sales)