Rafael Villar Liñán

Seguimos con la serie de artículos dedicados a nuestra forma de actuar y evangelizar en las redes sociales. Recordarás que en el número del mes anterior hablábamos de aplicar el sistema preventivo en la mensajería, tal y como lo aplicamos en la “vida real” (¿acaso el móvil no es ya también vida real?).

En este mes hablaremos de la red social que más usuarios tiene en la franja entre 35 y 60 años (que es el perfil promedio del Salesiano Cooperador lector de este boletín): el Facebook. Si en la mensajería instantánea nos centrábamos en su potencialidad para acercarnos a las personas, en redes como Facebook o Twitter toda nuestra actividad está basada en dos principios: la imagen que muestras y el contenido de otros que tú compartes y, por tanto, te identificas con él.

Sobre la imagen que mostramos de uno mismo hablaremos el mes que viene, cuando tratemos sobre otra red que causa furor (Instagram). Centrémonos este mes en lo que compartimos, lo que leemos y las consecuencias que puede traernos.

No sé si sabes cómo funciona Facebook, pero está eligiendo por ti las publicaciones que ves. Sí, puedes tener cientos de amigos y seguir varias decenas de páginas de negocios, organizaciones, etc., pero siempre ves publicaciones de las mismas 20 o 30 personas. Esto es así porque la aplicación decide lo que es más interesante para ti, y te lo muestra primero. ¿Y cómo sabe qué es lo que te interesa? Porque ha analizado tu actividad reciente tanto en la red social como en la vida física.

La aplicación sabe con qué tipo de publicaciones sueles reaccionar, donde sueles dar más a Me Gusta, cuál fue el artículo que leíste y qué vídeo te paraste a ver entero. Además de eso, por la geolocalización sabe dónde has estado recientemente y con quién. Y aún más, sabe con quién y sobre qué hablas por Whatsapp (que a fin de cuentas son del mismo dueño).

Con toda esa información y mucha más, la aplicación decide qué es lo que te interesa y es eso lo que te muestra. Esto, que tiene sus cosas buenas, tiene un enorme problema: la polarización. Y es que al final entras en un círculo vicioso en el que siempre ves el mismo tipo de contenido, y cuanto más interactúas con él, más contenido similar te muestra, llevando a una radicalización de las posiciones que ya estamos viendo hasta dónde nos está llevando en la sociedad.

Pero sabiendo todo esto, podemos intentar ganarle la partida y usarlo para nuestro bien. Elige bien los artículos que te paras a leer, los que vas a compartir, los vídeos que ves y los mensajes a los que le vas a dar «Me Gusta». Gracias a esta selección adecuada de los contenidos, no solo influirás en los contenidos que verás en los días siguientes. También empezarás a evangelizar con tu ejemplo, ya que tus amigos en la red empezarán a ver también contenido similar.

La vinculación a Jesucristo no es tan solo una vinculación intelectual,
sino que pasa necesariamente por la configuración con Él en la pasión
(José Tolentino Mendonça)