Antonio Lloret Calero

Cuatro pinceladas de tu vida (personal, familiar, laboral, espiritual, social,…) antes de entrar de lleno en la entrevista. No te enrolles mucho.

A mis 75 años tengo la suerte de seguir compartiendo mi vida, mi fe y mi vocación con María José. Nos casamos el 16 de agosto de 1969, sin saber que era el día del nacimiento de D. Bosco, al que entonces no conocíamos. El verano pasado celebramos nuestras bodas de oro.

Tenemos tres hijos; con ellos y con nuestras nueras (alemana, venezolana y gaditana) el Señor nos preparó para ser una familia abierta a la diversidad. Hemos sido bendecidos también con cinco nietos.

Conocimos a Don Bosco y a la Familia Salesiana en Cádiz, cuando nos casamos y María José empezó a trabajar en las Salesianas y nuestros hijos estudiaron en los salesianos.

Recibimos la llamada a la vez, cuando ellos eran adolescentes. Pertenecemos al centro de SSCC “Cádiz San Ignacio”. Hicimos la Promesa hace 32 años. Juntos hemos prestado servicio a la Asociación a nivel local e inspectorial y compartido nuestro compromiso apostólico con los jóvenes, escuelas de padres y voluntariado misionero en Togo. Allí, durante varios años, presentamos la vocación de Salesiano Cooperador y, como coordinador inspectorial, tuve la alegría de recibir las primeras promesas.

Mi vida laboral ha sido bastante gratificante. Me jubilé en 2009 de Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Soy biólogo. Trabajé 40 años en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, sobre todo en el desarrollo de la Acuicultura marina, tanto de moluscos como de peces. En mi trabajo tuve la oportunidad de ayudar a los jóvenes becarios a desarrollar su carrera científica. Desde nuestra jubilación, la familia, los jóvenes y nuestra Asociación llenan nuestra vida.

Al grano y sin anestesia. ¿Qué es la Asociación para tí?. Con sinceridad y realismo, por favor.

Es la realización del sueño de Don Bosco sobre lo que denominaba “salesianos externos”. Me siento continuador y ejecutor de este sueño. La siento como mi comunidad de referencia en la Iglesia y como parte de la Familia Salesiana.

La Asociación me sostiene en mi fidelidad a mi vocación salesiana. Me ayuda, en comunión y colaboración fraterna con mis hermanos Salesianos Cooperadores y con la FASA, a ser garante del carisma salesiano y a transmitirlo, a llevar a cabo la misión común (“da mihi animas”) aportando nuestros valores de laicos en el mundo.

Desde que iniciamos nuestra formación en 1984, por una u otra razón, siempre nos hemos visto implicados en la animación de la Asociación y en la formación. Actualmente ayudamos a los diferentes consejos cuando nos lo piden y colaboramos en la formación inicial de nuevos grupos.

¿Qué crees que es lo mejor de nuestra Asociación a fecha de hoy?. Sin vergüenza, ¡eh!.

Creo que lo más importante es que un gran grupo de gente relativamente joven, con ganas de trabajar y con las ideas claras, se ha hecho cargo de la animación de la Asociación. Eso es muy importante para que esta siga creciendo. Se está cuidando la espiritualidad, la promoción vocacional y se está estimulando nuestra presencia no solo en las obras de SDB y FMA sino también en el mundo.

Es muy importante la visibilidad y la comunicación que se ha logrado aprovechando las nuevas tecnologías.

¿Dónde tenemos margen de mejora?. Sin miedo, Las cosas como son.

Creo que, como Don Bosco, tenemos que ser personas de nuestro tiempo. Él estaba siempre atento a las necesidades de su entorno y nosotros debemos estar siempre vigilantes a los “signos de los tiempos”, en una época donde los cambios se suceden con rapidez. Esto se traduce en que nuestra formación tiene que ser permanentemente actualizada. El agua estancada se corrompe, así que nosotros tenemos que ser agua viva que fluya con la corriente de los tiempos que nos toca vivir. Tenemos que ser capaces de discernir en cada momento lo que Dios quiere de nosotros y ponerlo en práctica.

¿Qué crees que has aportado a la Asociación con el equipo que te ha rodeado en estos años?. Sin creernos más de lo que somos, pero desde tu perspectiva.

Hicimos la Promesa en 1987. Ella fue al año siguiente la vocal de Formación del Consejo Inspectorial de Sevilla y en 1989 me tocó ser el Coordinador Inspectorial. En 1992 la Secretaría Ejecutiva encargó a María José la ponencia del congreso de 1993. Formamos un equipo que se dedicó durante muchos meses a reflexionar sobre la Asociación y del que salió una ponencia bastante innovadora que llevaba por título “Identidad y Pertenencia del Cooperador Salesiano y sus implicaciones en la Organización”. Creo que su lectura hoy sigue siendo muy valiosa y los retos que planteaba siguen en parte encima de la mesa.

Salí del congreso como Consultor Mundial de la Región y me tocó llevar todas sus ideas a Roma. Algunas fueron tomadas con alguna reserva al principio, pero creo que calaron: la naturaleza comunitaria de nuestra vocación, la necesidad de una mayor autonomía, la solidaridad económica, la dimensión eclesial, el proceso de formación de los aspirantes, etc…

Desde tu experiencia, ¿Qué retos debe afrontar nuestra Asociación?

Tenemos que crecer, tanto en número como en formación. Los Consejos que ahora animan la Asociación a todos los niveles, tienen que esforzarse en preparar personas que sean capaces de animarla cuando ellos terminen su servicio. Deben tomarlo como una de las tareas prioritarias para que haya una continuidad.

Algo que no hayas dicho antes y que no puedes perder la oportunidad de decirlo.

A nosotros nos tocó animar la Asociación sin apenas saber lo que se había hecho antes. Me parece que algo de eso sigue ocurriendo. Tenemos que transmitir a los que vienen detrás cuál ha sido la trayectoria de la Asociación, sus dificultades, sus logros. Esto requiere dejar una historia escrita, para que los que llegan sepan en qué momento de su desarrollo se encuentra. En nuestra Provincia hemos dado ya un gran paso con la publicación del libro “Con Don Bosco en el mundo. Historia de los Salesianos Cooperadores en el sur de España”.

Es fundamental que todos los formadores y miembros de los diferentes consejos, religiosos o laicos, conozcan en profundidad nuestras raíces y nuestro PVA.

Gracias Emilio por tus palabras

Habitualmente se nos presenta a san Juan Bosco como modelo de acción; menos veces se nos habla de él como modelo de oración
(Don Viganò)

Don Bosco rezaba siempre
(Don Barberis)