Lourdes Rojo Pol

Durante este tiempo estival hemos tenido momentos de risas, de abrazos, de silencios, de mirar, de rezar, de encontrar, de llorar, de soñar. Eso espero y deseo que hayáis tenido. También nos han llegado noticias de situaciones difíciles que no nos han dejado indiferentes y, en nuestra mente y corazón, hemos tenido presentes a las personas que sabíamos que estaban sufriendo.

Sé que un corazón que late con esta sensibilidad es el único que puede dar vida a las posibilidades, a los sueños, a las audacias. Si lo que sucede a nuestro alrededor no nos conmueve, remueve y nos mueve, estamos omitiendo el Evangelio de nuestra vida. Si las personas que nos topamos en la vida nos son indiferentes y sólo somos capaces de mirar el camino, o mirar nuestros pies, sin levantar la vista para mirar alrededor y mirar al horizonte, entonces estamos obstaculizando el camino del Reino.

¿Dónde nos sitúa esto? ¡En “las rosas con espinas” de Don Bosco! Hemos respondido con un “SÍ” a Dios a través de nuestra vocación y no podemos pensar o querer que el camino sea fácil (ahora es cuando Mamá Margarita nos señala la Cruz). Sabemos y queremos que sea intenso, con la intensidad del compromiso, de la búsqueda “de lo mejor” para todos, de la donación de vida a través de pequeñas cosas, de la acogida cálida e incondicional. Con el gesto humilde y servicial de quiénes nos sabemos bajo la mirada de un Padre que nos ama profundamente y se sonríe con nuestras imperfecciones. Un Dios cercano a lo humano, a todo lo humano.

Los jóvenes en este Sínodo nos han dicho todo esto: Que quieren una Iglesia con un corazón de carne que lata con la sensibilidad expuesta de quienes se sienten entregados, implicados y abriendo rutas nuevas de fraternidad.

En palabras de Papá a través de la Exhortación Christus Vivit:

  • Toda la comunidad es la que evangeliza. Los jóvenes son parte de esta, con mayor protagonismo.
  • Los jóvenes deben estar acompañados y guiados; pero libres para encontrar caminos nuevos, retos diferentes, creativos, audaces.
  • Ofrecer lugares/espacios de encuentro con Dios vivo donde todos juntos podamos compartir, celebrar…la vida, a la escucha del otro.
  • Comunidades que seamos eficaces a la hora de comunicar la alegría del Evangelio, donde aprender unos de otros y donde todos tengan un sitio, sin excluir a nadie.
  • Comunidades en búsqueda y crecimiento.
  • Nos habla de crear espacios fraternos donde se viva con un sentido; ser “casas de comunión”; gestos sencillos, cotidianos y que todos podamos realizar.
  • Al servicio, misionera… Es el primer paso para descubrir o redescubrir la vida cristiana y eclesial…

Y mucho más. Leerla, compartirla y rezarla, os abrirá el corazón y la mente (la Exhortación). Veo tantas posibilidades, veo tantos retos, me pregunto: ¿Estaremos preparados para ésto?

Yo sé que sí. Sé que nuestro corazón salesiano nos va ayudar en este reto, en el cual nos han metido todos los jóvenes y el Papa. Que nos conmuevan, remuevan y muevan. Y nosotros a ellos. Todos juntos. Que nos saquen de los caminos y nos hagan mirar más allá, más hacia delante, más hacia el horizonte, sin miedo a caernos o tropezar ¡ya nos levantaremos unos a otros! Y que les saquemos nosotros a ellos, mostrándoles unos Centros/Comunidades intensos donde podemos hacer posible este “Vive Cristo” al que el Santo Padre nos exhorta. Buen comienzo de curso a todos. Seguimos adelante.

No importa cuántos errores cometas o qué lento progreses,
aún estás muy por delante de todos los que no lo intentan
(Tony Robins)