“En aquel tiempo se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: os digo que si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18, 1-6)
Los niños, que pueden ser tremendamente impertinentes con sus cuestiones, son capaces también de provocar las más audaces de las respuestas. Y, entonces, pusieron a unos niños delante del Rector Mayor para que le hicieran unas preguntas, y uno dijo:
– “Don Ángel, ¿qué hay que hacer para ser como don Bosco?”
Y don Ángel, capeó como pudo el temporal…(y como buen sucesor de Don Bosco, lo hizo perfectamente, por cierto)
He de confesaros que me gusta el Papa Francisco, pero me gusta más, mucho más, nuestro Rector Mayor. De sus palabras de hoy, se podrían escribir libros enteros, sobre todo, porque no son palabras nuevas, ni huecas, ni pensadas para la ocasión; antes al contrario, constituirán sin duda las líneas de acción de toda la Familia Salesiana para el futuro y estarán presentes en los documentos que para nuestro trabajo en común, el de laicos y consagrados, se redacten.
Hay una constante en las intervenciones de Don Ángel que hace referencia a la Familia Salesiana, al compromiso común en la labor que a todos debe implicarnos. Otra hace referencia a la deuda adquirida por Don Bosco con sus jóvenes, a los que debe su vida desde su enfermedad treinteañera de la que las oraciones de sus chicos le rescatan y que nos hace decir que nuestro corazón salesiano es obra de esos jóvenes. Y aún hay una más que se refiere a las periferias que reclaman nuestra atención y que nos cuestionan también desde la patera que intenta cruzar nuestros mares e intenta instalarse en nuestro mundo de mercaderías y comodidades (es una alusión que también ayer estuvo presente también en las intervenciones de los hermanos durante la oración de la noche)
Pero hoy especialmente, a los Cooperadores, nos ha dejado tres tareas de las que no puedo hacer sólo sentimiento o razón personal, más o menos afortunada, sino que creo debo transmitiros con objetividad máxima:
– Hemos de ser capaces de CAMBIAR la Asociación de tal manera que los jóvenes, nuestros jóvenes, quieran pertenecer a ella. Hay que darle a cada persona aquellos que necesita, aquello que nos reclama.
– El Movimiento Juvenil Salesiano debería considerar a nuestra Asociación como la ETAPA FINAL de todos aquellos jóvenes que han concluido sus periodos de formación y animación juveniles, más allá de otras posibles realidades que pudieran darse en diferentes ambientes de parroquias, oratorios u otro tipo de comunidades (Don Ángel ha dicho que ahí está nuestro “pecado vocacional”, sobre todo cuando hemos negado, desde esas estructuras, la presentación vocacional de los SSCC)
– Por último, debemos atrevernos a SOÑAR presencias nuevas y específicas de los Cooperadores, COMPROMETERNOS en su desarrollo y su mantenimiento…y, recíprocamente, nuestros hermanos consagrados deben ATREVERSE a dejarnos la responsabilidad de la gestión de aquellas a las que no pueden dar adecuada respuesta…
La vocación del Salesiano Cooperador es la VOCACIÓN NATURAL a la que tendrían que llegar los jóvenes de las presencias salesianas en el mundo. El CARISMA común sólo estará garantizado por la respuesta diversa y específica a cada rama de la Familia Salesiana.
Y con ella, y por ella, debemos iniciar la celebración del tercer centenario, sin duda alguna.