Benigno Palacios

Vocal regional de Formación

 

«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

El compromiso que asumimos como Salesianos Cooperadores de profundizar y dar testimonio del espíritu salesiano en nuestra promesa es el más atractivo y, en principio, parece el más fácil de vivir para nosotros pero, lejos de esto, puede ser el más difícil de sostener y llevar a cabo.

La razón de por qué opino así es porque es el más difícil de medir con dimensiones humanas ¿Como evaluar lo que alguien profundiza? ¿Cómo establecer si se da o no testimonio de la vivencia salesiana? Por supuesto que de cosas como estas nos evaluará Dios cuando estemos ante Él pero, mientras, dejadme que os de unas pinceladas por si os pueden servir para leer y reflexionar sobre cómo lleváis este compromiso. Si tratamos de entender este compromiso se me ocurre que podemos diferenciar tres partes en el mismo: profundidad, testimonio y salesianidad.

Mucho se ha dicho y se dirá sobre el espíritu salesiano. Creo que la intención de todo salesiano cooperador de corazón que se precie es vivirlo con intensidad. Conviene recordar que somos herederos de un santo que nos quería de una forma concreta y no estaría mal que releyésemos los artículos 13 al 20 del Estatuto de nuestro PVA. Es toda una responsabilidad y una enorme satisfacción darse cuenta de que portamos el estandarte de un hombre enviado por Dios a los jóvenes (cf. PVA/E, 1).

En la palabra profundizar se encierra un misterio que nunca seremos capaces de desentrañar del todo ¿Tenemos los ojos abiertos y el corazón dispuesto para «echar las redes» una vez más? Como salesiano cooperador tengo claro que debo profundizar, esto es, tratar de conocer una y otra vez, lo que Dios quiere para mí y lo que Dios quiere de mi para los demás. Y cualquier detalle o acción que realicemos en este sentido es «agradable al Padre» pero no nos puede dejar completamente satisfechos.

Profundizar nos habla de la necesidad de formarnos y de rezar como dos herramientas para tender a Dios. Si tratamos de profundizar con ganas en nuestra vocación obtendremos dos consecuencias que reforzarán nuestra conexión con Dios en los hermanos: Aumentará nuestro sentido de pertenencia a nuestra Asociación (cf. PVA/E, 28) y a la Iglesia, porque nos daremos cuenta de que Dios quiere que avancemos junto con otros que también le buscan. Pero, además, alcanzará una nueva dimensión nuestra fidelidad a nuestros compromisos (cf. PVA/E, 30).

Y esto entronca con lo de testimoniar que también destaca este compromiso. Un buen salesiano cooperador, ante todo, es un fiel discípulo de Cristo en el día a día de su vida. Y, cuando yo pienso en esto, recuerdo que nuestra forma de ser y de actuar debe estar basada en las bienaventuranzas (cf. PVA/E, 7). ¿Qué apostolado, qué catequesis, qué forma de predicar o hablar tendríamos si no tuviéramos siempre presentes a los más desprotegidos y que Dios nos llama a ser como estos últimos, para poder sanarles y darles lo que, en justicia, es suyo?

El Papa Francisco no deja de decirnos que los jóvenes necesitan de testigos creíbles que les acompañen ¿serás capaz de profundizar y dar testimonio de tu ser cristiano salesiano tal y como ellos necesitan? Ánimo entonces, hermano, con las redes.