Mónica Domingo Martínez

En este número entrevistamos a nuestro anterior Consejero mundial y ahora administrador mundial

¡Hola, Raúl!
Aunque muchos de nosotros ya te conocemos, nos encantaría poder conocerte y saber un poco más de ti. ¿Podrías darnos unas pinceladas sobre tu biografía?
Gracias Mónica por esta oportunidad de volver a escribir en nuestro boletín. Nací un 3 de mayo de 1966 en una familia compuesta de mis padres y dos hermanos más. Soy el pequeño con una diferencia de edad de 8 y 10 años con mis hermanos. Mis padres y mis hermanos han y son importantes en mi vida porque ellos me han ayudado a ser como soy. Desde pequeño frecuenté la casa salesiana de Estrecho donde estudié, fui miembro del centro juvenil y animador, conocí a mi esposa y empezó esta vocación. Gracias a mis dos acompañantes, Manolo y Laura, al delegado Luis Guitián, a José Luis Riesco y a mi esposa hice la promesa en junio de 1993.

Estoy casado con Ana (una de las mejores decisiones de mi vida) desde hace 31 años y tenemos dos hijos (Ruth y Raúl).

Fuiste, hace relativamente poco, consejero mundial de la Región ibérica. ¿Qué supuso para ti esta responsabilidad?
Más que una responsabilidad un servicio. Así lo he vivido yo. Un servicio donde intentas estar cercano a los hermanos cooperadores directa e indirectamente. Donde lo más importante es la escucha. Esta escucha te hace entender, comprender y querer más a los hermanos. Y ese cariño hace que, en definitiva, quieras más a la Asociación y la entiendas mejor. Te enriquece y te hace, si te dejas, mejor persona.

También supuso renuncias: tiempo de familia, tiempo de estar con mis hermanos de centro…

¿Qué significó haber sido escogido en tu familia?
Esta pregunta la debería responder más mi familia porque son, como decía en la pregunta anterior, los que han sentido en primera persona el ser consejero mundial. Desde mi punto de vista momentos de alegría y momentos de tristeza. Alegría por poder compartir tus vivencias con ellos, poder compartir los valores que te regala nuestra Asociación con ellos. Tristeza por tener que renunciar a tiempos de familia por tiempos de otra familia. Creo que hay más alegría que tristeza, pero de las dos hay.

Como consejero mundial, formaste parte del Consejo mundial. ¿Qué aspectos destacarías como aportación de nuestra región al Consejo?
Un aspecto que destacaría es la paciencia en los procesos. Desde algunas regiones se ha podido ver nuestra Región como espejo hacia donde caminar en la organización, en la animación, en la formación. Pero se ha percibido que este trabajo nos es obra de uno, sino que cada grupo de personas que pasamos por servicios de animación y de gobierno vamos sembrando para el futuro y recogemos los frutos que hermanos anteriores han plantado. Esa paciencia en los procesos nos ayuda a cimentar a la Asociación.

Otro aspecto es el acompañamiento. He tenido la suerte de poder trabajar en un Consejo mundial muy dinámico y activo en donde todos teníamos ganas de aprender de los demás. Estas ganas de aprender nos han ayudado a poner en práctica el acompañamiento a otros consejeros, el saber escucharlos, el saber orientarles en sus tomas de decisiones.

Desde tu visión como anterior consejero regional, ¿qué fortalezas destacas de nuestra Región?
El proceso de formación inicial como discernimiento a una llamada del Señor. El cuidado de la formación permanente. El trabajo y cuidado de nuestra espiritualidad específica como salesianos cooperadores. El trabajo misionero donde debemos seguir potenciando a nuestra obra propia Cooperación Salesiana para los Jóvenes del Mundo.

Y referente a las debilidades, ¿cuáles nos podrías dar a conocer?
No hablaría de debilidades sino de oportunidades de crecimiento y aspectos a trabajar. Y en esos deberíamos: cuidar la animación vocacional, la presencia cercana a la Pastoral Juvenil y a los Centros Juveniles, el acompañamiento a nuestros hermanos mayores y a los hermanos alejados en la Asociación, el sentido de pertenencia a la Asociación. Hacernos presente e insertarnos todavía más en la Iglesia local.

Un aparte en oportunidades de crecimiento es cuidar a los Hogares Don Bosco como una parte preferente de nuestra Pastoral Familiar. Tenemos que ser propositivos con nuestra forma de sentir a la familia y aquí tenemos un campo a cuidar y a acompañar.

Lo mismo con Cooperación Salesiana para los Jóvenes del Mundo. Es nuestra obra propia para el trabajo misionero que tiene 54 años de vida. Nutramos esa vida a través de su promoción y crecimiento.

Ahora, desde la perspectiva del tiempo, ¿cómo ves nuestra Región Ibérica?
Ya han pasado cuatro años desde que terminé mi servicio como consejero y veo una región en continuo crecimiento donde se está afianzando el sentido de pertenencia a una Asociación que tiene un ámbito mundial. Se sigue trabajando en la espiritualidad del salesiano cooperador cultivándola no solo desde las propias provincias sino desde la propia Consulta regional afianzando los logros conseguidos. Una región cercana al resto de movimiento de Familia Salesiana que impulsa el trabajo en misión compartida con ellos.

Por último, estamos inmersos en la preparación de nuestro 150 aniversario. Desde tu ser Salesiano Cooperador, ¿qué mensaje nos darías?
Este 150 aniversario nos tiene que ayudar a ser fermento en la tierra, a estar presentes en la vida cotidiana. Tenemos que afianzar nuestro trabajo en favor de los jóvenes más necesitados y de las clases populares, siendo fieles al deseo de nuestro fundador. Seamos misioneros y apóstoles donde pongamos a Cristo en el centro de nuestras vidas y en el centro del mensaje. Hemos heredado un don de nuestros mayores, que no es de nuestra propiedad, transmitámoslo a nuestros herederos para que no quede en el olvido. Rejuvenezcamos nuestros centros.

Muchas gracias, Raúl, por tu entrega y compromiso en estos años.

Gracias a vosotros por esta entrevista, el cariño y el recuerdo. Adelante, siempre adelante.

Lo ya cascado con un mínimo esfuerzo se rompe
(Ovidio)

Incluso después de una mala cosecha hay que sembrar
(Séneca)