Joaquín Torres Campos

Llega mayo, y se nos ilumina el rostro, se reanima el corazón, y se avivan nuestros pasos con ese 24, que nos identifica, nutre y da vida. La Auxiliadora de Don Bosco sigue orientando nuestra vida: “Haced lo que Él os diga”. Para que se obre de nuevo el milagro, se nos invita a llenar nuestras tinajas ‘hasta arriba’. Y para no sentir envidia del imberbe Juan, adecentamos nuestra vida para acoger a María en nuestra casa, como ‘algo propio’, muy nuestro.

Virgen María de Caná,
Auxiliadora atenta,

que arrancaste a tu Hijo
su primer signo de amor,
sigues siendo compañera
de los pasos del camino,
-firmes y titubeantes,
ciertos y vacilantes-,
con que tus hijos avanzan
en la dura hora
del hoy de este mundo.

Virgen María de Caná,
Auxiliadora atenta,

Mira que no tenemos vino:
Que se nos ha aguado
el corazón,
incapaz de amar,
cerrado.
Que se nos ha convertido
la fiesta
en risa falsa de oropel,
ilusa.

Mira que no tenemos vino:
Que se nos ha perdido
la alegría
tras lingotes de riqueza,
insolidaria.
Que se nos ha helado
la fe,
sin brío, sin calor,
vacía.

Virgen María de Caná,
Auxiliadora nuestra.

Que, una vez más,
enrojezcan las tinajas
del agua estancada,
que no limpia,
ni calma la sed.

Que, siguiendo a tu Hijo,
se tinten de color
las aguas turbias
de nuestros desamores.

Que, invitada de nuevo
a nuestra mesa,
alegres de claridad
nuestra noche oscura.

Virgen María de Caná,
Auxiliadora nuestra.

Que nuestra vida sea contigo

torrente de agua viva,
vino sonriente,
que corra vivaz
por nuestras venas,

y transforme
nuestro insolente ánimo
en abrazo de amigo,
en espíritu ardiente.


¡Muy feliz mes de mayo y fiesta de nuestra Madre Auxiliadora!