Isabel Pérez Sanz

En 2024, el Papa Francisco invitó a vivir el “año de la oración”. Y, consciente de que la oración la necesitamos siempre, trazo algunos rasgos sobre ella:

El primero es que la oración no es un recurso para los momentos de dificultad, ni para pedir a Dios que nos resuelva los problemas, tampoco es repetición de fórmulas hechas, aunque algunas de ellas nos ayuden a conectar con Dios; es entrar en dialogo con el Dios personal que se nos ha revelado en Jesucristo.

Y el primer objetivo, no es hablarle a Dios de nuestras cosas, sino, sobre todo,  escucharlo. No rezamos para que Dios se entere de lo que nos pasa, sino para acoger su amor y conocer cuál es su voluntad sobre nosotros. La oración, decía Santa Teresa, es “tratar de amistad con quien sabemos nos ama”.

Es vivir en una actitud permanente de confianza, de atención constante, de sentirnos en su presencia, y de renovar el deseo de estar siempre en relación de amor con el Dios Amor.

Jesús invitaba a sus discípulos a orar, con sencillez y confianza, sin necesidad de decir muchas palabras; también les pedía orar con insistencia, sin desfallecer. El fue para los suyos, y es para nosotros, SSCC, maestro de oración.

El PVA/E 19,1 dice: «Los SSCC están convencidos de que, sin la unión con Jesucristo, no pueden nada. Invocan al Espíritu que los ilumina y da fuerza día a día. Su oración, enraizada en la Palabra de Dios es sencilla y confiada, alegre y creativa, impregnada de ardor apostólico unido a la vida, y se prolonga en ella».

Y en este 2025, en pleno año jubilar, desde la fe, estamos invitados a reavivar y experimentar que “la esperanza no defrauda” y que se sustenta en el encuentro personal con el Señor Jesús.

Una esperanza que nace de sabernos amados y acompañados constantemente por Él. Peregrinos de la esperanza, con los jóvenes, en un camino que nos llevará a Jesús, viviendo la preparación para el 150 aniversario de la fundación de la Asociación como una oportunidad de renovación y de revitalización vocacional. Asimilemos el espíritu del Aguinaldo con las tres palabras:

  • Reconocer, para acoger la riqueza que se nos ha dado.
  • Repensar, porque la verdadera fidelidad es la capacidad de cambiar, según su proyecto sobre nosotros.
  • Relanzarnos, hacia adelante, acogiendo los nuevos desafíos para dar a la Familia Salesiana nuevo vigor y alegre esperanza.

Las comunidades de Valdocco y Mornese, fueron comunidades orantes, con la conciencia viva de hacerlo todo por Jesús y en Él, sintiendo la presencia casi física, de María; vivieron con fortaleza y ánimo los retos y dificultades de aquel tiempo. Educaron en la resiliencia, en la capacidad de superación, siendo audaces en el cultivo de los grandes ideales del evangelio.

¿Es así como vivimos nosotros? ¿Hacemos de nuestro día a día un trampolín para crecer en la esperanza?

Con afecto fraterno.