Borja Pérez Galnares

Arrancamos este nuevo año 2025 y, como cada comienzo de año, en clave salesiana, lo hacemos de la mano del Aguinaldo de nuestro Rector Mayor. En este caso, y tal y como decía don Ángel, Rector Mayor hasta hace unos meses, en el anticipo del Aguinaldo publicado en julio, se trata de un Aguinaldo escrito a cuatro manos, en la transición de don Ángel a don Stéfano.

El Aguinaldo siempre es un elemento de comunión de toda la Familia Salesiana, en torno al cual todos reflexionamos, nos formamos y rezamos. Os animo por tanto a que no sea un subsidio formativo más, y que en su lectura y en el trabajo que hagamos del mismo veamos ese elemento de comunión con todos nuestros hermanos, haciendo realidad ese “unidos en la oración” que tantas veces decimos.

El Aguinaldo de este año pretende principalmente ponernos en sintonía con dos acontecimientos que celebramos en este año 2025, uno de ellos en clave eclesial, y otro en clave salesiana. Ambos acontecimientos, por otro lado, muy conectados con el proyecto anual que en este curso 2024-25 hemos propuesto desde la Consulta Regional a través de dos claves: La esperanza y la llamada a la misión.

El primer elemento es el Jubileo Ordinario del año 2025, en clave de esperanza, proclamado por el Santo Padre papa Francisco con su bula «La Esperanza no defrauda» (Rom 5,5). En mi último artículo del Boletín os hablaba en estas claves en tiempos de Adviento.

El segundo elemento principal del Aguinaldo es el recuerdo, en su 150 aniversario, de la primera expedición misionera. Don Ángel nos recordaba en el anticipo del Aguinaldo de julio que “Nadie, ninguno de nosotros y ninguna de las instituciones que hoy forman el gran árbol que es la Familia Salesiana, la Familia de Don Bosco, existiría hoy en la Iglesia si el Espíritu Santo no hubiese suscitado desde los primeros momentos su ardor misionero”. Somos, por tanto, en cierta manera, hijos de esa primera expedición, que nos recuerda la llamada a la misión por la que se nos invita a proyectar nuestra identidad salesiana hacia los demás en el mundo que nos toca vivir: Misioneros de la vida.

El Aguinaldo también nos invita a que esta esperanza misionera que proponer, se traduzca en verdaderos logros, en signos tangibles que trasciendan las palabras. Como salesianos cooperadores hacemos nuestro apostolado principalmente en la vida diaria, en nuestro trabajo, en la familia, en el servicio. Estos campos de presencia y de acción nos propician el contacto con la vida real, con personas con nombre y apellidos, con situaciones concretas a las que dar respuesta, y donde, como dice el propio Aguinaldo citando la bula papal de inicio del Jubileo, “cada uno sea capaz de dar aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo recibe”.

Os invito por tanto en este año que comienza a ser sonrisa entre nuestros hermanos cooperadores, amigos y familiares, a escuchar de forma sincera a la gente de nuestro alrededor, mirándolos de forma fraterna, siendo testimonio vivo del Evangelio con estilo salesiano.

El hombre es un ser social por naturaleza
(Asristóteles)