Lourdes Rojo Pol

Hoy comparto con vosotros algo que me brotó del corazón este verano durante el Campobosco ’24. Les hablaba a ellos, a los jóvenes, pero creo que nos sirve para todos, para cualquier cristiano. Quiere ser un “aviso para navegantes”:

Toda relación que queramos tener, precisa de un tiempo de dedicación. 

Estos días hemos andado por los lugares que vieron crecer a Juanito Bosco, hemos conocido la vida de esas personas importantes que configuraron desde muy temprana edad lo que San Juan Bosco fue.

“Yo perdí a mi padre cuando tenía 7 años. Mi padre fue quien me enseñó a rezar, a jugar al ajedrez (más bien a perder al ajedrez, pues nunca ganaba, era muy pequeña). Y se murió.

A partir de ese momento me enfadé tanto con Jesús, no con María, con Jesús… con Dios, que me pasaba el día hablando con Él y quejándome de por qué demonios me estaba haciendo vivir eso a mí, a mi familia.

Fue mucho más tarde cuando me di cuenta de que esa necesidad mía, de seguir hablándole, aunque estuviera enfadada, desarrollo en mí la conciencia de estar continuamente en presencia del Padre.

Su silencio, que para mí en aquellos momentos aún me enfadaba más, ¡ese silencio!, poco a poco en el tiempo, se fue convirtiendo en un silencio elocuente.

Cuando desarrollas una relación de confianza con alguien, el silencio ya no es incómodo pues sabiéndote siempre en su presencia y siempre amada, querida por él o por ella, por Dios…el silencio se convierte entonces en contemplación de lo que acontece en ese instante, interiormente o exteriormente.

Os estamos dando la paliza sobre que no os perdáis nada, que no os quedéis en la superficie, sino que profundicéis.

Sólo en la medida en que vayáis desmontándoos y dejándole entrar a Él, sólo así iréis descubriendo “qué sueña Él para cada uno de vosotros”. Solo hablando con Él, rezando, preguntándole: ¿qué quieres de mí? ¿qué sueñas para mí? ¿dónde me sueñas?

Y siendo valiente para responderte a estas preguntas fundantes, respondiéndote …me sueña consagrado, me sueña entregando la vida por y para los demás, me sueña formando una familia y siendo un hogar, una comunidad que acoge, que transforma y hace Reino…

Por tanto, NO TENGÁIS MIEDO, DEJADLE ENTRAR, CONFIAD

Todos debemos seguir cuidando la relación con nuestro Dios, hay que dedicarle tiempo, tiempo para estar con Él, es necesario, vital como cualquier relación de AMOR que queramos mantener.

Y desde ahí surge la CONFIANZA, el SILENCIO elocuente, la PAZ o la ACEPTACIÓN de lo que SUEÑA PARA MÍ, digo aceptación porque muchas veces acabamos haciendo y viviendo cosas que ni imaginábamos, pero que Él las soñó para nosotros.

Un abrazo cálido hermanos.

La esencia más íntima del amor es la entrega
(Edith Stein)