Cristóbal Marín Martínez e Irene Blaya Huertas
Queridos hermanos en Don Bosco:
Se acerca el mes de María, el mes de mayo, el tiempo ideal para prepararnos para rezar a la Virgen.
Aunque rezar es una costumbre que debemos de tener los católicos siempre, que es fundamental en todo momento y lugar, a veces se nos puede olvidar, por ello os invitamos a animarnos a rezar en familia.
Recordemos que «¡familia que reza unida permanece unida! y la vida les cambia».
Pero, ¿por qué es bueno y necesario rezar en familia? Para dar ejemplo a los niños y jóvenes, para que desde pequeños aprendan el lenguaje de la oración, el hablar y acercarse con confianza y sencillez a Jesús, acudir a Él en sus alegrías y penas, a pedir por sus familias y por los demás.
La oración es un diálogo con Jesús, la forma de conversar con Él, de entrar en contacto con el Señor, de encontrarnos con Dios, nuestro Padre del cielo, de entablar esa relación tan necesaria y rica entre Padre e hijo.
La oración es el alimento del alma, que a partir del encuentro con Jesús, nos ayuda a enriquecer nuestra mirada y comprensión con los demás, a ver la realidad de otra manera.
La oración en familia, debe ser como el pan de cada día. Hagamos un esfuerzo para no dejar pasar los días, semanas, meses, sin tener un ratito de oración en familia. Busquemos rezar en familia, al empezar o finalizar el día, con la bendición de la mesa, la Eucaristía dominical, al ir a dormir, etc.
La oración, tampoco debe ser larga y que canse a niños y jóvenes. Deber ser una oración que les guste a todos, una canción, o simplemente rezar un Padre Nuestro o Ave María. Aprovechar momentos de reunión familiar, para dar gracias a Dios por un acontecimiento especial de días pasados, etc.
A veces, son los abuelos los que enseñan la oración a los niños, creando hábitos en la familia y que son una buena excusa para convivir más con los seres queridos.
Las familias que rezan juntos son más felices, están más unidas, les mejora la salud mental, les ayuda a reducir el estrés y el autocontrol personal. Están comprobados los beneficios que aporta a la salud física y emocional rezar en familia.
En los niños, rezar en familia, según estudios, les ayuda a mejorar el rendimiento escolar, a ser más tolerantes en el medio que viven, a reducir la ansiedad y la depresión, les quita tiempo de estar con los videojuegos, tablet y ríen más.
Orar unidos en familia ayuda a aceptar mejor la enfermedad, el sufrimiento, y también se aprende a pedir por el alma de los difuntos.
Por último, en el matrimonio: ¿cómo llevamos la oración? ¿Acostumbramos a rezar juntos? ¿Pedimos por otros matrimonios?
La velocidad con que se desarrolla nuestra vida cotidiana, nos lleva a olvidar esta faceta de rezar juntos, pedir el uno por el otro y desarrollar este hábito tan saludable.
La oración en pareja debe ser una tarea diaria para fomentar la responsabilidad conyugal del uno por el otro. Es un modo muy efectivo de fortalecer la relación y una manera de ayudar a que el matrimonio perdure a través de los años. Se lo pedimos a María Auxiliadora.
Los pobres de espíritu son la fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo
(Papa Francisco)