Benigno Palacios Plaza
Vocal regional de formación

Querido hermano: Hace ya tiempo que no te veo y te echo de menos. Tu presencia en nuestras reuniones, a veces alegre y siempre profunda, me anima a superarme y querer ser mejor cristiano. Lo dicho: se te echa de menos. Ya sé que tus compromisos laborales te impiden estar con nosotros tanto como a ti te gustaría pero creo que es bueno decírtelo de vez en cuando. Rezo por ti, para que vivas intensamente la experiencia de tu día a día y regreses, más pronto que tarde, para compartirla con nosotros.

Este texto, que puede parecernos tan mundano y tan habitual en nuestros días, podría ser una carta que alguno de los efesios le pudo dirigir a Pablo, antes de que el propio apóstol escribiese su Carta a los Efesios. Si ojeamos el inicio del capítulo 4 se puede leer «…esforzaos en mantener la unidad del espíritu, con el vínculo de la paz». Y es que de esto nos habla el capítulo IV de nuestro PVA y su comentario: Estar unidos con un solo corazón y una sola alma.

Pero: ¿Estar unidos? ¿cómo? ¿con quién? El PVA lo desarrolla en seis preciosos artículos que yo os transformo en preguntas que os podéis hacer en vuestro examen de conciencia diario: ¿Siento a los demás SSCC y Aspirantes como hermanos y hermanas espirituales? ¿Les conozco? ¿Intercambio con ellos experiencias y proyectos apostólicos? ¿Quiero crecer junto a ellos? ¿Somos corresponsables en la misión común, sobre todo, en los momentos de programación y evaluación y en la elección de los responsables de la animación y gobierno de la asociación?. En cuanto a la solidaridad económica con la Asociación ¿qué es lo que «dicta la caridad de mi corazón?

¿Vivo con fuerza el vínculo con los demás grupos de la Familia Salesiana tal y como quiere el Rector Mayor? ¿Conozco a esos otros grupos que existen en mi realidad local? ¿Participo en las oportunidades que se me brindan de encuentro y oración con esos grupos sin desatender por ello mis obligaciones asociativas? ¿Escucho y medito las palabras del Rector Mayor? ¿Lo considero como superior de mi asociación y de todos los SSCC? ¿Priorizo los proyectos y líneas de urgencia que me propone dentro del mundo juvenil y social antes que mis propios intereses pastorales? ¿Soy dócil a su tarea como pastor?

¿Cuál es mi relación con los SDB y FMA? ¿En que se basa y como se fortalece dicha relación? ¿Siento la importancia y la responsabilidad de sabernos, junto a SDB y FMA, centro propulsor de este movimiento apostólico de bautizados que, con el espíritu de don Bosco, se ponen al servicio de la Iglesia y de los jóvenes? ¿Entiendo y aprecio la labor de los delegados en cuanto al acompañamiento y animación formativa y en cuanto a que su presencia debe asegurar la salesianidad y el compromiso apostólico?

Todo este capítulo debe entenderse como una llamada a ir en contra del individualismo y la indiferencia. Es cierto que Dios nos llama individualmente a cada uno pero nuestra vocación la vivimos, en el día a día, en la realidad, junto con los otros, en comunidad de creyentes. De otra manera no tendría sentido ser cooperador.

Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar
(Exhortación Apostólica Christus vivit, 44, Papa Francisco)