Javier Calzada, SC Aravaca
El pasado sábado 2 de diciembre fuimos convocados para una nueva sesión de Corazones Arremangados coincidiendo con los últimos coletazos del año litúrgico. Se buscaba seguir caminando a través del hilo conductor que el Rector Mayor había tendido entre el aguinaldo anterior (donde se nos llama a ser fermento dentro de la sociedad) y el aguinaldo de este nuevo año (donde trabajamos el sueño de los nueve años de Juanito, para soñarnos como Asociación de Salesianos Cooperadores, dentro de un mundo que necesita metas, perspectivas de futuro). Por eso reflexionamos juntos sobre lo que implica “ser fermento” dentro de los objetivos de nuestro plan anual “Testigos de un sueño”.
La sesión se planteó de manera colaborativa, pidiendo a los asistentes que compartieran sus impresiones y su experiencia a través de su teléfono móvil, el chat o el micrófono. Para comenzar, nos pusimos en presencia de Dios ayudados por el evangelio de Juan, que nos habla del grano que realmente da fruto (cfr. Jn 12, 24-26), y, mediante la música, nos presentamos con todo aquello que nos hace ser quienes somos[1], echando un vistazo a nuestro PVA[2] en clave de aquello a lo que estamos llamados.
Después, nos metimos en harina (por aquello de ser fermento…) y nos planteamos entre todos diferentes cuestiones acerca de quién es la masa que necesita nuestra acción como levadura, de qué agua necesitamos beber para poder fermentar y qué da sal a nuestro apostolado (y a nuestra vida en general). Después de fijarnos en los ingredientes, cuestionamos si existen recetas para esto, y si es adecuado vivir de ellas. A veces, estas recetas no son muy claras, pero otras veces llaman a lo esencial. Fue el caso de la receta que Juan Bosco dio a Domingo Salvio y la que el Papa Francisco nos regala[3]. Encontrar elementos comunes a como la alegría, la humildad y ser con la comunidad, junto con la oración y la audacia parecen criterios de calidad para un crecimiento ótimo de la masa.
Fue un lujazo conocer entre todos cuáles son los elementos de una buena levadura y cómo los fermentos, minúsculos, variados y especializados en diferentes transformaciones, trabajan mucho mejor juntos. Sin embargo, más allá de la calidad de los ingredientes y de las levaduras, no somos nosotros mismos, ni las circunstancias que nos rodean, los protagonistas de la masa. La única manera de dar buen fruto es dejar a Dios actuar y ser Dios. Por esto, ayudándonos de la oración de Ignacio de Loyola (“tomad, Señor y recibid…”) nos entregamos a quien realmente hace crecer esta Iglesia y nos mueve a transformar.
Muchas gracias porque entre todos hemos construido esta sesión de formación. ¡Qué gran riqueza! Sólo la masa crece cuando funcionamos como comunidad de hermanos. Un Abrazo. ¡Feliz Adviento!
_ Asociación de Salesianos Cooperadores, Proyecto de Vida Apostólica. Estatuto. Art. 13. 2013.
_ Fraile, Á., Oración. SOL-FE-ANDO. 2014. [en línea] <https://youtu.be/VFCM2eH5PlI>
_ Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate sobre el llamado a la santidad en el mundo actual (19 de marzo de 2018) n. 13 [en línea] <https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20180319_gaudete-et-exsultate.html>
[1] Fraile, A., Oración.SOL-FE-ANDO. 2014
[2] Cfr. ASC, Proyecto de Vida Apostólica. Estatuto. Art. 13. 2013.
[3] Cfr. Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate sobre el llamado a la santidad en el mundo actual (19 de marzo de 2018) n. 13