Inmaculada Garzón Arboledas

Tenemos la suerte de contar hoy con Rubén Ponce Peña, SDB. Actualmente vive en Málaga, pero cuando yo lo conocí y lo entrevisté vivía en la comunidad salesiana de Virgen de las Nieves (Granada), donde estaba haciendo el post-noviciado.

Hola Rubén, ¿qué podemos en un primer momento saber de ti?
Buenas, Inma. ¿Cómo empezar? Así de forma fácil. Tengo 27 años y nací en Cádiz, ciudad en la que sigue viviendo toda mi familia y a la que me encuentro muy ligado. Estando allí, estudié después del Bachillerato, la carrera de Medicina debido a que me encantaba poder conocer el cuerpo humano en profundidad y poder así ayudar a aquellos que lo pasaban mal debido a la falta de salud, aunque, claro, todo esto después cambió un poco.

No he ejercido como médico porque cuando terminé la carrera me fui directamente a la casa salesiana Bartolomé Blanco (Sevilla) donde inicié el prenoviciado y es allí donde empezó un poco toda esta aventura. Entre mis aficiones diré que me encanta la gente, conocer y poder pasar tiempo con gente puede ser mi gran afición. Además, me encanta leer novela y escribir y, como hijo de mi tiempo, los videojuegos también me gustan bastante.

¿Desde cuándo eres salesiano y por qué?
Soy salesiano desde el 8 de septiembre de 2018. Todavía no hace ni dos años desde que hice la primera profesión allá en Genzano di Roma, tras el año de noviciado.

¿Qué por qué lo soy? Eso es aún más complicado de explicar. Aunque pueda sonar a tópico, creo que soy salesiano porque Dios lo quiere, no se me ocurre una respuesta mejor y es que yo jamás quise ni ser salesiano ni cura ni ninguna de esas cosas que sonaran demasiado a Iglesia, a pesar de que siempre he sido creyente. Pero, bueno, tras mi paso por la casa salesiana de Cádiz donde cursé todos mis estudios de primaria, ESO y Bachillerato, empecé a ser animador y a implicarme más vivamente en la vida de la casa.

Pero, lo que sin duda, marcó un antes y un después en mi vida fue la experiencia de Centro Juvenil. Compartir mucha vida e inquietudes con los chavales y con el resto de la comunidad de animadores, me hizo ir descubriendo en mí que la vida merece la pena cuando se usa para estar centrados en Dios y, desde ahí, acompañar a muchos y muchas que viven en búsqueda de felicidad, es decir, de Dios, aunque a veces no se explicite así.

A esta experiencia, en los últimos años, se sumó el ir a hacer una pequeña experiencia de animación en la casa de Campano durante dos años con los chicos y chicas del internado donde era inevitable volver a casa todos los días con el corazón lleno de nombres, pero, sobre todo, con la misma pregunta rondando: “¿Y si alguien pudiera estar dedicado a ellos plenamente?”. Ese “alguien” al final se me rebeló que por qué no podía ser yo mismo.

La vida consagrada es una opción de vida que hoy en día resulta, cuando menos, llamativa o chocante, sobre todo cuando se trata de una persona joven. ¿Puede contarnos qué dificultades encuentras? ¿Y apoyos?
Es cierto que es una opción chocante, hasta para uno mismo cuando se da cuenta de que se está planteando vivir así pero, una vez que uno lo va interiorizando poco a poco, te puedo decir que es una vida plenamente feliz aunque eso no nos exima de momentos de dificultades, claro.

Pero, bueno, volviendo a la pregunta, la principal dificultad que encuentro, en esta etapa de formación, es la de la tentación de querer volcarme de lleno en la actividad pastoral y saber que no es el momento y que debería usar el tiempo para formarme mejor para un futuro, pero, a la vez, sentir que tengo fuerzas y ganas que se ven un poco frenadas, de momento.

Por otro lado, para mi sorpresa, lo que sí he encontrado desde un principio son muchos apoyos por parte de toda la Familia Salesiana y de mis amigos de siempre, aunque muchos de ellos no sean ni creyentes.

Y, además, lo que me llama más la atención es que, aquellos que no te apoyan directamente porque no comparten la decisión, lo que sí te manifiestan es mucho respeto ante una decisión que creen seria y fundamentada. Eso es de agradecer.

¿Qué labor pastoral desarrollas? ¿Qué misión te gusta más llevar acabo? ¿Qué pastoral te resulta más difícil?
Actualmente, mi principal labor pastoral, aunque cueste percibirlo, es estudiar para formarme para los chavales y chavalas que me encontraré en un futuro. Pero, como también necesitamos vernos ahí, metidos en el ajo, actualmente animo un par de grupos en el Movimiento Cristo Vive que se lleva a cabo en el Centro Juan XXIII aquí en Granada y, además, los martes participo como voluntario realizando apoyo educativo a chicos y chicas de la parroquia de Jesús Obrero en el barrio de Almanjáyar.

La misión en la que me siento más cómodo y que más me aportan es toda aquella en la que tenga contacto directo con jóvenes. Sobre todo, destaco dos vertientes, por un lado me encanta toda la labor educativa en contextos más desfavorecidos porque creo que ahí es necesario que seamos Buena Noticia y, por otro lado, me encanta poder compartir la fe con jóvenes adultos que se plantean cosas importantes en sus vidas y que buscan a tientas pero también decididamente a Dios en sus vidas.

¿Qué crees que necesitan hoy en día los jóvenes de nosotros?
Necesitan referentes y acompañantes. Que seamos coherentes con nuestras vidas y que estemos con ellos en sus vidas, no sólo con sesiones súper profesionales de acompañamiento personal, sino estando realmente, que celebremos la fe y la vida con ellos, que los acompañemos cuando las cosas se ponen duras. Estar en todo momento.

Seguro que conoces a muchos cooperadores pero ¿conoces la Asociación de salesianos cooperadores?
Sí, fui aspirante a Salesiano Cooperador durante un par de años y fue una experiencia crucial para mi propio discernimiento vocacional.

¿Quieres decirnos algo o hacernos alguna sugerencia a los salesianos cooperadores?
Os pido dos favores, el primero, que nos ayudéis a los salesianos religiosos a ser buenos salesianos de Don Bosco, que no nos durmamos ni nos alejemos demasiado de la vida real, de la calle, que también nos acompañéis y nos enseñéis mucho y, el segundo, que sigáis siendo seguidores de Jesús siempre y en todo momento porque el mundo os necesita, nos necesita a todos en nuestra vida y vocación comunes.

Gracias por compartir un poquito de tu vida y de tu experiencia con nosotros. Un fuerte abrazo.

El Espíritu crea la unidad en la diversidad, crea la armonía.
En la historia de la Torre de Babel no hay armonía
(2 de septiembre de 2020, Papa Francisco)

En este tiempo de incertidumbre y de angustia, invito a todos
a acoger el don de la esperanza que viene de Cristo
(29 de agosto de 2020, Papa Francisco)