Mónica Domingo Martínez

El otro día me informaron: Formar parte de la Secretaría Ejecutiva regional lleva consigo una serie de “obligaciones” (tareas) que hay que llevar a cabo. Entre ellas, escribir un artículo para el Boletín. Pensé… y ¿sobre qué voy a escribir yo? No encontraba ningún tema.

Hasta que de repente pensé. Hablar de lo que uno quiere (ama) es más fácil. Si tengo que escribir algo, y algo relacionado con mi ser Salesiana Cooperadora, voy a hacerlo sobre la misma Asociación.

A lo largo de mi ser Salesiana he tenido el privilegio de pasar por diferentes estamentos de la Asociación: he formado parte del Consejo local (primero como vocal y, posteriormente, como coordinadora); más adelante formé parte del Consejo provincial (también como vocal, secretaria o coordinadora provincial); y ahora tengo el privilegio de formar parte de la SER (como secretaria).
Además, formar parte de estos consejos, y relacionado con “las obligaciones” que ello comporta, me ha llevado a formar parte del Fórum de Organizaciones Católicas de Adultos, representando a la Asociación; y a conocer otras realidades que jamás habría conocido. Incluso algo tan obvio como conocer la propia diócesis, y trabajar con y para ella.

Y ahora os preguntaréis: ¿Y este repaso curricular? Pues ahí voy. Si mi sentido de pertenencia a la Asociación no fuera el que es, seguramente mi implicación en y para la misma no hubiera sido tal.
Siempre pensamos que llevar grupos de fe, estar cerca de los jóvenes, animar en un oratorio, en un centro juvenil. Son lugares en los que mi vocación (nuestra vocación) parece que tiene más sentido y nos sentimos más recompensados.

Y cuando nos llegan voces de que se necesitan personas para que se ofrezcan a formar parte de algún consejo, o se nos pide algún tipo de responsabilidad hacia la asociación, entonces nuestra respuesta suele ser “no tengo tiempo”, “esto no es mi ser salesiana cooperadora”, “las estructuras no me van”, “yo ya estoy muy comprometida”, “mi vida es estar con los jóvenes”. Y todo ello debe ser verdad, seguramente.

Pero olvidamos nuestro deber hacia la misma Asociación. Nuestro compromiso también pasa por trabajar para y desde la misma. Una asociación, nuestra Asociación, necesita personas que trabajen por y para la misma, que se preocupen por ella.

Si esas personas nos ceden parte de su tiempo, nos ayudarán a tener una Asociación más fuerte, más comprometida, más solidaria, quizás menos estructurada. Nos ayudarán a estar presentes, a través de ellas, en las diferentes realidades de la misma, en diferentes lugares, con diferentes compromisos. Podremos conocerla más profundamente. Trabajarán para una Asociación más comprometida, más presente en nuestras vidas, en nuestro día a día, más comprometida con la Iglesia, con nuestra iglesia local. Esas personas me ayudarán a ver la importancia que para ellas tiene su ser «salesiana cooperadora» y como, a través de su sentido de pertinencia se comprometen.

El PVA nos dice “La pertenencia a la Asociación empieza con la Promesa Apostólica personal” (PVA/E, artículo 27.3); y “la pertenencia nutre la experiencia de fe y de comunión eclesial” ( PVA/E, artículo 28.1).

Para finalizar: “La pertenencia necesita de signos concretos que se expresen tanto en la participación activa a la vida de la Asociación, como en su presencia” (PVA/E, artículo 28.1).

Es necesario que todos escuchemos a todos y todos aprendamos de aquello que funciona
(Santiago García Mourelo, sdb)