XXXVIII Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana

Durante las XXXVIII Jornadas de Espiritualidad celebradas en Turín se presentó, avalado por el Rector Mayor, el documento «la política del Padre Nuestro» que transcribimos a continuación. Animamos a que se trabaje en los Centros locales.

¡Tú eres nuestro Padre! ¡Padre de misericordia infinita, para nada pequeña ni trivial, que con tu presencia infinita de santidad y de amor educas pacientemente a todos tus hijos!

¡Venga tu Reino! El Reino que Jesús, cumpliendo tu misión, ha iniciado en este mundo. Nosotros acogemos sin reservas cuanto pretendes hacer por nosotros y por los jóvenes.

Reconocemos tu voluntad viviendo la dinámica de tu Reino que es la dinámica del Espíritu de Pentecostés que nos empuja en misión a hacer signos de liberación y de reconciliación en medio de los hombres, hijos tuyos y hermanos nuestros.

Así en la tierra como en el cielo. Con los jóvenes, como Don Bosco, proclamamos tu SI a la vida en plenitud para todo joven y para todos los jóvenes, de modo que sean ciudadanos y cristianos comprometidos en la tierra y felices moradores del cielo para siempre. El pan nuestro de cada día dánosle hoy. El pan necesario para vivir, para que tu Reino se manifieste en la provisión de nuestras necesidades y para decirte gracias a través de la obra de nuestras manos, de modo que nos estimule, no la avaricia del poseer sino el compartir con los pobres.

Perdona nuestras deudas, porque a pesar de nuestra debilidad nos llamas a curar las heridas de los jóvenes. Ayúdanos a actuar el Sistema preventivo en la paciencia y la magnanimidad, en la recuperación amable de los jóvenes que se equivocan, y en la entrega ejemplar, gozosa y sonriente en el trabajo de cada día.

No nos dejes caer en la tentación de mirar atrás, de seguir un camino erróneo, de contrariar al Espíritu, de ruborizar al Maestro ante los tribunales humanos de las modas, de las ideologías, de los halagos de los poderosos, o ante nuestra misma conciencia.

Líbranos del mal. Haz que no dudemos de Ti. Que no dudemos que, a pesar de todo, Tú guías con sabiduría la historia del mundo. Que no dudemos de nuestro compromiso de educadores para liberar a los jóvenes de la desesperación y de todas sus prisiones.

Líbranos del mal indecible de mantenernos lejos de tu rostro para siempre. Por esto te pedimos: envíanos tu Espíritu Santo, para que cure nuestras heridas del cuerpo, del corazón y del espíritu, y despierte en nosotros la esperanza para continuar, con alegría, la misión que nos ha indicado nuestro Padre Don Bosco.

Amén