Juan José García Arnao

Transcribimos el artículo publicado en el boletín número 592 de julio-agosto de 2015 en la página 82 donde Juanjo García Arnao, vocal de información de la Provincia de San Juan Bosco, nos relata el último día del III Congreso regional.

“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure” (Juan 15, 16)

El Congreso ha concluido. Mientras escribo, alejado ya de El Escorial y la dinámica de nuestro encuentro fraterno fuera del horario nocturno más propio de estas crónicas, repaso las fotos que van descargándose desde la cámara a la correspondiente carpeta de mi PC. Suena algo de música y, si las ventanas de mi despacho dieran al exterior, vería la mañana gris de Madrid.

Desde la Eucaristía inicial hasta la despedida, la mañana fue más liviana de lo que nos hubiera parecido. Una hermosa foto de familia, aunque las 9:00 de la mañana no sea precisamente la hora ideal para este tipo de cosas, la constitución de la Mesa del Congreso, las aclamadas elecciones de los miembros de la Secretaría Ejecutiva Regional, las votaciones papel en mano y tras llamada personal del presidente de la Mesa (qué curioso; como en algunos parlamentos políticos, pero también como la llamada de Dios a cada uno de nosotros). Nuevas tecnologías, Skype, palabras de aceptación, palabras de despedida, palabras de conclusión y cierre del Congreso. Un emotivo video de despedida a Antonio Marzo (Ahm), pasillos de recogida, revuelo, despedidas.

No ha habido todavía la suficiente distancia para valorar lo esencial del III Congreso regional de Salesianos Cooperadores (la Ponencia, las Conclusiones, Los retos o Líneas de Acción para un futuro…). Sin embargo, de la última parte del mismo, de una mañana abierta a la elección de nuestros representantes por parte de Dios, -que no de los que simplemente depositamos en una caja nuestros votos-, sí podemos sacar ya importantes conclusiones.

Por ejemplo, que ha habido hermanos que han sacrificado años de sus vidas por todos nosotros y que aún creen que nos deben más de lo que nos han dado. Que hay hermanos que se ofrecen nuevamente al servicio común, sin haber escarmentado de sus períodos de entrega en alguna de nuestras estructuras de animación. Que hay hermanos que se ponen en nuestras manos y en las de Dios, (naturalmente), para que hagamos de sus vidas el servicio que queremos. Que hay hermanos, que realizan otros servicios para estos eventos, como ir llevando y trayendo a unos y otros de aquí para allá, para alcanzar el avión o el tren. Que hay hermanos que dan las gracias. Que hay hermanos que piden perdón. Que lloran, que ríen. Que se van, que se quedan. Que esperan volver a encontrarse.

Termino con las palabras que don Cristóbal López, Inspector de María Auxiliadora nos dedicó en su intervención durante la Clausura del Congreso. “Vivid de acuerdo a la vocación a que habéis sido llamados”. Nos vemos dentro de tres años (como poco).

Quien odia no puede rezar; solo finge
(Papa Francisco)