Antonio García Vera

Transcribimos el artículo publicado en el boletín número 265 de diciembre de 1985 en la página 81 de dicho boletín como introducción a la crónica del II congreso munidal de Cooperadores Salesianos en el año 1985.

Por primera vez, desde hace cien años, los Cooperadores Salesianos, constituidos en asamblea representativa de todos los Cooperadores del mundo, hemos profundizado en el Espíritu de Don Bosco, que aletea en el Ideario de nuestra Asociación.

Se ha conseguido una meta de suma importancia: los Cooperadores hemos descubierto y expresado con nuestras palabras de seglares el espíritu de Don Bosco y la salesianidad que él nos legó.

Nuestro superior, don Egidio Viganó, en el discurso de clausura del II Congreso Mundial, nos fijaba dos compromisos preferenciales y urgentes como consecuencia primera del Congreso: Todos debemos hacer crecer nuestra Asociación, para que sean verdad las palabras de Don Bosco, que la consideraba una de las columnas portadoras de su misión en el mundo; y en segundo lugar, hemos de sentir la obligación de formarnos: “urge cultivar en todo grupo, con la fraterna colaboración de los demás, la vitalidad y el crecimiento de la caridad pastoral”.

Con la serenidad que proporciona el tiempo y la reflexión personal de los grandes acontecimientos vividos y a la luz del renovado ideal de vida, que será el Reglamento, consecuencia de tantos debates y trabajos, hemos de fijarnos un compromiso de servicio en bien de las nuevas generaciones de Coope-radores Salesianos.

El Reglamento renovado quiere ser, queremos que sea y así lo hemos dicho en el Congreso, ideal de vida y Reglamento que nos obligue en el mejor cumplimiento de nuestra vocación de cristianos y salesianos. No puede ser un elemento frio o un libro más de nuestra biblioteca, ha de ser el código que nos rija, que cuestione nuestro ser y nuestro hacer y a la vez que nos anime a una respuesta diaria más sincera y progresivamente más comprometida.

Este es el mejor servicio que podremos prestar a tantos futuros cooperadores: el que vean nuestra respuesta en una vocación vivida cristiana y salesianamente, y para ello hemos de conocer, amar y cumplir el Reglamento renovado haciendo verdad las conclusiones o prioridades fijadas por nuestro Superior Don Viganó: hacer crecer nuestra Asociación y formarnos para responder con un apostolado más eficaz.

El II Congreso Mundial es un hito que marca una época pasada y define un compromiso de futuro. Si la consideración del pasado puede servirnos de reflexión, el significado de futuro ha de ser la respuesta personal y comunitaria a Don Bosco para hacer realidad su afirmación de julio de 1886: “Los Cooperadores serán quienes ayudarán a promover el espíritu católico. Será una utopía, pero yo lo afirmo. Tanto más la Santa Sede será perseguida (calumniada) tanto más será ensalzada por los Cooperadores; cuando más crezca la incredulidad por todos lados, tanto más los Cooperadores izarán la luminosa antorcha de su fe operativa”.

Que así sea.

De razones vive el hombre, de sueños sobrevive
(Miguel de Unamuno)