Luis Fernando Álvarez González

María, desde el momento de la Anunciación se define personalmente «como mujer en relación» con Dios. Relación que pasa por la absoluta adhesión a su voluntad. Y la relación con su Hijo la llevará necesariamente hasta la Cruz.

Te propongo que examines cómo vives tu relación personal con María.

Cuando nuestro Padre Don Bosco resume toda su existencia, en la Eucaristía del 16 de mayo de 1887 en el altar de María Auxiliadora del Sacro Cuore de Roma, repite aquella frase que pronunció tantas veces en su vida.

Sin embargo, aquella mañana de mayo, pocos meses antes de morir, Don Bosco, deseaba explicar con claridad el secreto de toda su vida, que había sido la experiencia de su relación estrecha y única con María, en aquellas cinco palabras: «Ella lo ha hecho todo». Don Bosco comprendió, en un instante, que en aquel sueño de los 9 años había sido tomado de la mano por María, para recorrer, con Ella y como Ella, su peregrinación, siempre marcada por el misterio del amor del Padre, tanto en las horas de alegría como en las horas difíciles y oscuras.

Sí, aquella mañana de mayo, Don Bosco entendió que la opción preferencial por los jóvenes y su relación personal con María, la Maestra que le dio Jesucristo, no se pueden entender la una sin la otra. Por eso el significado fundamental de la devoción a María, y el modo de vivir la relación con Ella, consiste en comprender e imitar su fe, vivida desde la participación en el misterio singular de su Hijo Jesús. Este dato lo subraya claramente el PVA/E, en sus artículos 14.3, 15.2, 20.1 y 32.2, hablando sobre la devoción mariana.

Para comprender e imitar la fe de María necesitamos la humildad de dejarnos guiar por Ella. Convéncete, necesitamos recorrer el itinerario de María en el Evangelio sintiéndola cercana y madre. Y Maestra. Si te pones a la escucha del Evangelio con constancia y fidelidad observarás que el itinerario de María sigue exactamente el camino de su Hijo: del nacimiento, pasando por la cruz, a la resurrección. Ese camino de María es una referencia clara para cada uno de nosotros; porque es un recorrido que nos enseña a convertirnos en discípulos y “servidores del Reino” como Ella.

Queridos amigos y amigas: pidamos a María el don de una profunda vivencia afectiva en nuestra relación con Ella, para así poder ayudar a los jóvenes a tener una verdadera devoción mariana.

Feliz fiesta de María Auxiliadora a todos.