Belén Pineda
Aspirante Centro local Deusto

Han pasado ya casi 3 semanas de esta experiencia pascual con lo que, a la hora de iniciar este testimonio, se me hace necesario traer a la mente los distintos momentos vividos en la casa de Somalo. No me resulta costoso el esfuerzo sino todo lo contrario, me permite revivirlos y, al mismo tiempo, valorar la oportunidad de haber formado parte una vez más de esa pequeña gran familia amiga de Don Bosco y, por ende, seguidora de Jesús, que se plantea acompañarlo en estos días fundamentales para cualquier cristiano.

Vienen ahora a mi mente alguno de los momentos vividos. El Jueves, animado por la casa de Pamplona, vivimos el servicio desde el inicio realizando entre todos la limpieza de habitaciones y demás estancias de la casa, organizar cantos, lecturas, decoración de la capilla, cocina… Preparamos los distintos momentos de la celebración de esa tarde donde el lavatorio de pies y el delantal se convertían en símbolos del servicio. Recordamos también que estábamos en el día del amor fraterno, del sacerdocio… Tras la cena, volvimos a la capilla y acompañamos a Jesús orando con él en Getsemaní.

El Viernes, animado por la casa de Deusto, con nuestras “tablas de la ley” bajo el brazo, recorrimos en pequeños grupos el Vía Crucis (Somalo-Nájera) En cada parada, comentamos los textos y compartimos y escribimos en las tablas nuestras renuncias/caídas y compromisos. De vuelta a la casa, nos dispusimos de nuevo a preparar la celebración. A continuación, la película “El caso de Cristo”. Tras la cena, volvimos a la capilla para experimentar uno de los momentos más fuertes y de mayor profundidad de estos días santos: la Adoración a la Cruz. Momento de silencio y de oración, sentimiento, soledad.

El Sábado, tras la oración de inicio del día, animado por la casa de Barakaldo, toca vivir el Desierto, la ausencia y la incertidumbre. En esta ocasión se nos ofrecían cuatro ambientes en los que encontrar y reflexionar sobre la sinrazón, sentirnos discípulos sin Maestro, tratar de ponernos en la piel de María y acompañarla desde nuestra pequeñez… Un video, una capilla con diferentes textos, un taller de creatividad y un paseo en solitario por los alrededores de la casa eran la variopinta oferta de espacios elegidos para facilitarnos esos momentos de espera y desesperanza. Por la tarde, recibimos el regalo de la misericordia de Dios a través del Sacramento del Perdón. El resto de la tarde la pasamos como se merecía: Preparar la Vigilia Pascual. Sabiéndonos cada vez más cerca del Resucitado, todo esfuerzo es poco para la ocasión. A las 23:00 horas, aunque el cielo regaba el momento con algunas gotas de lluvia, comenzaba la gran fiesta: Hoguera, velas, peregrinaje por la casa para “escuchar” lecturas del A.T. representadas por niños, jóvenes y adultos… rito del agua, Evangelio y, por fin, la gran noticia de la Resurrección. A partir de aquí no cesaron los cánticos, abrazos, emociones hasta entonces contenidas…. Sin faltar el chocolate y algunos bailoteos para continuar la velada.

El Domingo, caras de cansancio pero felices. Desayuno, limpieza y orden de lo que ha sido durante 4 días nuestro hogar, maletas, foto final de todo el grupo y algo remolones en el momento de irse. Cuesta despedirse de tanta gente buena. Sin embargo el mensaje de Jesús es claro: Id y haced partícipes a los demás de la Buena Noticia” ¡Feliz Pascua a todos!

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que os ha sido dado
(Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos, 5, 5)