Benigno Palacios Plaza, vocal regional de Formación

Con este artículo completamos la serie destinada a reflexionar sobre nuestra promesa como salesianos cooperadores y quisiera recordar cuál era el objetivo que, allá por marzo de 2017, os proponía descubrir algunas pistas en nuestra promesa que nos ayuden a hacer realidad, plenamente, que nuestros Centros locales sean auténticas comunidades de fe compartida.

Y es que esto no es sencillo de conseguir pues los católicos solemos llamar comunidad a estructuras sociales que no lo son realmente y esto puede llevar a equívocos y frustraciones. No quiero decir que un grupo de personas que se reúnan por un objetivo común, como puede ser una devoción o una actividad pastoral, sea malo. Pero nosotros debemos ambicionar a superar esto para convertirnos en una autentica comunidad de fe y vida. Yo te pregunto: ¿Cómo es tu grupo, tu Centro local? ¿En qué características se puede descubrir que sois una autentica comunidad? Si repasamos el libro de los Hechos de los Apóstoles (en concreto Hch 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-14) y recordamos el tema de formación «el Centro local, comunidad de referencia para el Salesiano Cooperador» (podéis consultarlo en nuestra página web y en la versión digital del Boletín) que se presentó en la Consulta regional de junio de 2018, nos podemos encontrar algunas claves imprescindibles que resumo, muy sucintamente, a continuación y que comparo con los 4 compromisos que enunciamos en nuestra Promesa de Salesiano Cooperador. Los miembros de las Comunidades Cristianas viven sobre estos cuatro pilares:

Liturgia o celebración de la fe. Es el encuentro alegre de los hombres y mujeres que necesitan alabar y agradecer el don del Padre en Jesús, el Resucitado. Recuerda tu primer compromiso en tu promesa
Diakonia o servicio a los más débiles. La Iglesia ha de tomar siempre partido por la vida y comprometerse a luchar contra todo tipo de injusticia y de muerte. Nosotros a esos necesitados los llamamos jóvenes. Recuerda, ahora, tu segundo compromiso.
Didaskalia o profundizar en la escucha de Dios y prepararse para testimoniarlo. Es la urgencia que tiene la Iglesia de ser misionera, de anunciar la Buena Noticia de Jesús Recitado. Nosotros reconocemos que esa Buena Noticia, también, se ha hecho realidad en Don Bosco y su misión salesiana. Reconoces ahora tu tercer compromiso.
Koinonia o comunión de vida. Es lo fundamental del mensaje de Jesús, es el “ved como se aman”. Es una llamada a vivir el amor fraterno. ¿Se parece en algo a tu cuarto compromiso?

Desde este prisma nuestra promesa solo puede acabar como acaba (sí, hay más): Pidiendo ayuda a Dios y asistencia a María Auxiliadora. Lo que nos hace reconocernos como auténticas comunidades cristianas es esto último. Como encontramos en el artículo 11.2 del PVA/R afrontamos con serenidad las dificultades de la vida (que las hay y muchas, y en una comunidad, más) gracias a que somos capaces de ver la presencia de Dios en lo cotidiano y el rostro de Cristo en los hermanos. ¿Somos capaces de estas dos actitudes contemplativas tan importantes para nuestra comunidad? También encontramos una clave en la lectura del artículo 20.1 del PVA/E pues la guía que pedimos a María Auxiliadora es porque «ella ha colaborado en la misión salvífica del Salvador y sigue haciéndolo», esto es, ella nos lleva una ventaja en eso de hacer apostolado y nos puede inspirar. Fíjate que bonito seria que recordásemos en nuestros Centros locales y en nuestro día a día todo lo que encierra nuestra Promesa más a menudo. Sería una buena forma de construir comunidades de referencia en nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Querido hermano, en el mes de noviembre, espero que María sea tu guía y de cuantos te rodeen.

Considerados generalmente como parásitos de la sociedad,
a los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza
(Mensaje del Santo Padre Francisco para la III jornada de los pobres, 2)