Luis Fernando Álvarez González

De la Asociación, se entiende. Y la vida se cuida, sobre todo, en el Centro y en la Provincia. Es una vida «apostólica», entregada del todo, sin límites; pero eso es posible solo si se ha cuidado antes con esmero, paciencia y fortaleza. Con el testimonio de los hechos y con solo alguna palabra, dicha a su tiempo, sin tapujos y mirando al otro a los ojos. Se trata, en fin, de la vida que nos viene dada por el Espíritu, a través del Fundador, y consignada en el Proyecto de Vida Apostólica de los salesianos y salesianas cooperadores, aprobado por la Iglesia.


Tras la Escuela de Delegados del pasado julio decidí, impresionado por la ausencia de un número significativo, que mi artículo de septiembre trataría de ellos: los Delegados.
Sí. Tengo muy claro que la Asociación debe estimar y facilitar, más y más, las relaciones y el trabajo en equipo de quienes cuidan la vida de los cooperadores: Los responsables, los formadores, los acompañantes y el conjunto de todos los que levantan un Centro, que, siendo hogar y taller de una vida entregada al Señor y a la misión, se convierte en “las madres” del vino bueno que se bebe en ese Centro. Porque la vida del Centro es fuente de vida para todos. Pertenece a todos y se hace contando con el esfuerzo y la aportación de todos. Y en el seno de la vida del Centro, junto a todos los demás, está, como miembro del Consejo (cf. PVA/E, art. 26), el Delegado o la Delegada.


Creo que conviene valorar justamente el servicio que los Delegados prestan al cuidado de una vida de Centro que valga la pena. Se podría expresar lo mismo así: Hay que “sacarle más partido” a los Delegados. Pero eso es tarea de los cooperadores de cada Centro.
En nuestra Región Ibérica la edad media de los SDB y de las FMA va subiendo imparable. El trabajo en la misión juvenil se vive cada día más apasionadamente con un celo pastoral que continúa vivo en los SDB y las FMA. En ocasiones, el servicio apostólico a la Asociación recae en hermanos sobrecargados de trabajo y de responsabilidad. Algunas ausencias en la Escuela de Delegados se debían a esta causa. Uno no puede estar materialmente en todo. No hay horas en la agenda. Es posible que muy pronto haya Centros obligados, por la dura realidad, a compartir un solo delegado o delegada con otros Centros.


Queridos amigos: No hablemos nunca de los Delegados. Hablemos mejor con los Delegados. Conviene que en los Centros y en todos los ámbitos de la Asociación se estudie este importante asunto a la luz del PVA y de la realidad que se vive en cada Provincia. ¿Se aprecia la tarea de los Delegados? ¿Se desea su presencia en el Centro? ¿Se les respeta? ¿Es posible que la necesaria autonomía de la Asociación se confunda, en algunos centros, con el “pasar” o prescindir del Delegado? ¿No se valora la riqueza de compartir con ellos y “de primera mano” la experiencia carismática y espiritual de nuestro común Fundador y Padre?


¡Buen curso a todos! Vuestro hermano