¿Nos dice algo los nombres como: Uganda, Togo, Afganistán, Guinea, Liberia, República Democrática del Congo, Mozambique, Gambia? ¡Son los diez países más pobres del mundo! ¿Nos cuestiona la noticia que “Unos 20 millones personas podrían morir de hambre” o que “se ha lanzado una alerta previa a la hambruna en Somalia”? El Papa Francisco ha proclamado la I Jornada Mundial de los Pobres para que los cristianos mantengamos viva la preocupación constante por los pobres.

 “Quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”.

“A pesar de los grandes avances en la lucha contra la pobreza, posibilitados por la globalización y el progreso tecnológico, la desigualdad ha aumentado notablemente en todo el mundo”, aseguró Antonio Guterres, secretario general de la ONU. Pero por otro lado se constata que la pobreza es causada por los conflictos militares que se proliferan en el mundo, por el cambio climático, la seguridad alimentaria y sobre todo por loa la escasez de agua están poniendo en peligro el progreso de todos los hombres.

Pero, desde el creyente, no solo nos toca constatar la realidad de los pobres, sino preocuparnos por los pobres, “porque la fe sin las obras está muerta”. Recalca como ejemplo a San Francisco de Asís, que “no se conformó con abrazar y dar limosna a los leprosos, sino que decidió ir a Gubbio para estar con ellos…  Este testimonio muestra el poder transformador de la caridad y el estilo de vida de los cristianos.

A los pobres “no debemos verlos como destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia… deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida…  Compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda”

Estamos llamados en esta I Jornada Mundial de los Pobres “a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad”.